“A mi manera”, entrevista a la kinesióloga Julieta Cárdenas

El tatuaje en su brazo derecho expresa el modo en que Julieta Cárdenas -Especialista en Kinesiología Cardiorrespiratoria y tantas otras cosas- ejerce su profesión. Curiosa, inquieta, atenta a lo que sus pacientes -bebés que nacieron prematuros y viven sus primeros días en la Terapia Intensiva de la Neonatología del Hospital Eva Perón- dicen a través de sus cuerpos.
De chica bailaba y cuando empezó a estudiar abandonó la danza por los libros. Quizás haya sido ese registro corporal lo que la motivó a ver más allá de lo que las evidencias científicas aseveraban sobre técnicas y maniobras kinésicas.
Comenzó su ejercicio profesional en el área de la Kinesiología Neurológica, especializada en cuidados del Neurodesarrollo. Actualmente, también se desempeña como kinesióloga de tres niñxs con parálisis cerebral. Por su trabajo en la “Neo”, necesitó conocer más sobre kinesiología respiratoria. “Estudié en el Garrahan y aprendí mucho de ventilación mecánica pero tienen muchas falencias en cuanto al trato y la postura de los pacientes”.
“La sensación de tocar a mis pacientes con técnicas que hacían que lloren y que los médicos me digan: “Qué bueno, llora! Después va a estar bien”, me hizo volver a los conocimientos básicos de cuando era bailarina y manejaba más mi cuerpo. Empecé a pensar sobre todo en Feldenkrais*, que siempre me encantó y cuyo método está basado en la respiración, como así también Alexander** e incluso todo lo que tiene que ver con Osteopatía. Entonces, me dije, voy a empezar por ahí, con cosas básicas de postura. Si este paciente está todo estirado y está hipotónico, ¿cómo va a respirar bien…?”, detalla Julieta, rememorando cómo fue que encontró un modo de trabajo más amable con sus pacientes.
Cuenta que una vez fue a dar una charla a Tucumán sobre “¿A quién cuidamos en la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales)”, y allí conoció a la brasilera Mariangela Pinheiro de Lima, creadora del Método de Reequilibrio Toracoabdominal (RTA). Julieta pudo ir a formarse con esta profesional, cuya propuesta de trabajo se acercaba más a lo que buscaba.
“Muchas veces noté que la clínica de los pacientes mejoraba cuando yo sólo intervenía un poco en el nido, en la postura; me quedaba haciéndo alguna caricia como contención y lo oscurecía. Sacaba secreciones porque al relajarse respiraba mejor y largaba alguna tos, entonces podía aspirarle con el tubo y sin tocarle la caja toráxica ni hacer ninguna intervención violenta, porque para estos bebés –de menos de 1,5 kg.- todo lo que le hacés es una agresión”. Este descubrimiento la llevó a encargarse de la ardua tarea de demostrar a sus compañeros profesionales de la salud que otro modo de intervención era posible. Pero además, empezó a incorporar a las familias al tratamiento, abriendo un espacio para la contención y para el trabajo conjunto.

 

La Especialidad
La Licenciada Julieta Cárdenas defendió en octubre su Trabajo Final de la Especialización en Kinesiología Cardiorrespiratoria titulado “Influencia de la postura en la mecánica ventilatoria de pacientes neonatales con dificultad respiratoria”.
Si bien tenía dudas del resultado, se la jugó. “Cuando lo aprobaron y la respuesta fue buena me sorprendí”, relata emocionada, reconociendo que no encontró, desde la disciplina, demasiada evidencia científica que avale que las técnicas que ella propone funcionarían.
Tampoco encontró ningún estudio científico que indique las consecuencias de este “descuido” de las posturas de los bebés en las incubadoras de la terapia y que ella considera que se vinculan con cuadros respiratorios futuros.
Atendiendo en consultorio externo, fue indagando sobre la repetición de cuadros respiratorios en pacientes que nacieron prematuros o que estuvieron en neonatología: “Viene una madre y me cuenta que su hijo tuvo bronqueolitis. Lo miro y le pregunto ¿nació de 8 meses? Sí, cómo sabe. O me cuentan que el niño, cada vez que se enoja, se tira para atrás. Y enseguida le pregunto si estuvo en la “Neo” si fue ventilado y anoto. Son características que yo relaciono a descuidos nuestros en la terapia y que tienen que ver con la postura. Hay que hacer una investigación sobre esto pero yo soy súper informal y me hincha mucho escribir. “Está todo el tiempo enfermo”, “Es vago, no quiere caminar, no corre”, y cuando lo observás tiene las características posturales de bloqueos respiratorios. Del “bloqueo” habla Feldenkrais. Porque te mandan a natación, pero si el niño respira acá arriba no sirve. Necesita relajar y después ir a natación”.

La anécdota
Me llama la jefa de pediatría, que es de otra área: “Tenemos un bebé que fue dependiente de oxígeno y que ahora no se alimenta”. Estaba súper apático. Llevaba 3 meses de nacido pero tenía que estar naciendo. Cuando entro la mamá estaba llorando. Me presento, la abrazo. Le pido que me cuente qué pasó. Como todas las historias, tremenda. Porque ya estar ahí internada con tu bebé, aunque tengas toda tu familia atrás, es muy duro. Las madres pasan 15 días durmiendo en una silla. Es una locura. “Acércalo para darle la mamadera”, insisto. Es difícil cambiar ese hábito porque ya hace 3 meses que viene alimentándolo desde lejos. El bebé se ahogaba. Yo pido la interconsulta, como corresponde, con la fonoaudióloga. Justo la encuentro y le digo: “por favor, decime si a ese paciente lo puedo seguir yo o necesita la atención específica de un fono” porque tenía problemas de deglución. Yo puedo ver la postura y decirte que baja bien la lengua pero hay cosas que no las sé. Lo fue a ver y me dijo “la verdad que este paciente no tiene nada pero no toma”. Voy al día siguiente y la mamá llorando me cuenta que le iban a hacer un botón gástrico. “¿Tiene que comer sí o sí ahora?”, le pregunto. “Cada 3 horas tiene que comer”, me contesta y continúa “me lo hicieron bañar a la 1 de a la mañana para que coma. A las 3 de la mañana me piden que le moje la cara”. Pero digo yo, por qué tiene que comer a las 3 de la mañana si está durmiendo. Es un bebé que está internado, le contralamos la glicemia, si está mal le damos una mamadera, si está bien lo dejamos que siga durmiendo. Para eso está internado. Me fui a hablar con los médicos y con los enfermeros. Obvio que todos me dicen sí sí… y después siguen haciendo lo de siempre. “Ustedes a sus hijos los levantaban a las 3 de la mañana o decían qué suerte que durmió hasta esta hora?”, les digo a las enfermeras. Los primeros 15 días hay riesgo de una hipoglucemia pero después se acomoda y está perfecto que un bebé duerma 5 horas de noche y capaz que de día le das la mamadera cada 2 horas. Pobrecito, lo estaban torturando a este bebé. Voy a hablar con las médicas y una pensaba lo mismo que yo y la otra me djio: “pero si no se alimenta hasta cuándo lo vamos a tener, le hacemos el botón y que se vaya a la casa”. Si le hacen un botón gástrico no succiona más, además le hacen un agujero, le rompen todas las abdominales, la musculatura. Si tenés un paciente neurológico es otra cosa. Mi propuesta fue: “vamos a dejar en paz a este bebé 24 horas, saquémosle la sonda, saquémosle todo lo que tiene pinchado, saquémosle todo y que la mamá lo alimente. Dejemos que este bebé tenga alguna sensación de algo, de hambre. Si le damos leche de vaca con aceite cada 3 horas con qué se va a conectar. Tiene que sentir cosas, hambre, ganas de llorar a los gritos para que le den la mamadera. Me dieron 24 horas y bajó de peso. Por suerte tuve alguna gente de mi lado. El bebé se fue antes de ayer, perfecto, alimentándose como corresponde. Pero fue una lucha todos los días. Todos los días le querían hacer algo. La madre cuando se iba a su casa no lo podía creer, me abrazaba, lloraba. Logré convencer a un par de médicos pero si no estás vos para pelear, le hacen el botón.

La neo: entre la vida y la muerte
Su pasión por los bebés comenzó desde muy temprano gracias a su abuela Illya Barats, reconocida partera que tenía su clínica en Balcarce 827.
Julieta nació y creció allí. La rebelde partera, permitía a sus nietos espiar los partos y “cada vez que nacía un bebé era un milagro, sentíamos una emoción tan grande que queríamos ir a darle un beso a la mamá”.
Lamentablemente, la Neo es un espacio en el hay mucha cercanía entre la vida y la muerte. Cuando fallece un bebé, se realizan los procedimientos protocolares para que familia pueda retirarse. Pero el personal no tiene un espacio para llorar o hablar sobre el tema: “Es una falencia muy grande. No se trabaja. No se habla. Algunas veces nos ha pasado de llorar todos. No tenemos a nadie que nos contenga”.

Un día de la kinesióloga
Entra muy temprano a la Neo, donde aguardan 10 pacientes en la terapia intensiva, 10 en la intermedia y 10 en “lo que sería para engorde”. Visita incubadora por incubadora, corrige las posturas y charla con las madres.
“Trato de no tocar tanto con las manos sino directamente modificar la postura desde el nido. Si no se puede, se agarra de la caderita, hay técnicas para no manipularle las extremidades, lo vas rotando, acomodando siempre en flexión con la línea media. La flexión te da sostén de la columna y lo que hace es que el bebé pueda autoconsolarse en posición fetal. Porque todos los bebés prema son hipotónicos. Y cuando se les abren las extremidades no las pueden cerrar, quedan con los pectorales estirados, todos sus músculos respiratorios – que encima son débiles- súper estirados y no se pueden contener. Los bebés se contienen chupándose”, detalla su trabajo con bebés que en la mayoría de los casos no pesan más de un kilogramo.
Cuando los pacientes sufren alguna afección respiratoria -mucha secreción o atelectasia- las maniobras elegidas por Julieta provienen del método RTA, que son específicas para descomprimir.
A las 9.30 hs. se van acercando las madres a la Neo y Julieta, junto a la psicóloga del Servicio, genera encuentros para poder hablar y despejar algunas dudas en relación a lo que están viviendo.
Después pasa por Pediatría para llegar, finalmente, al consultorio externo del dispensario del hospital donde atiende afecciones respiratorias: “pero ahí, cuando expliqué que ya no se golpeaba más, que yo hacía otro tipo de trabajo, me dieron la derecha enseguida”.
Pero no termina todo ahí en el Hospital, las tardes están destinadas a sus tres pacientes con parálisis cerebral, a quienes visita en sus domicilios.

A los 13 años sabía que quería ser kinesióloga especialista en Neurodesarrollo
Julieta Cárdenas se inscribió a los 12 años como voluntaria en la Asociación Cristiana para enseñar a leer y escribir a un grupo de chicos que pedían en la Catedral. En esta experiencia hizo muchos amigos que prácticamente tenían su misma edad pero al estar escolarizada, ella tenía el lugar de “la maestra”. Entre estos amigos, había un chico con síndrome de Down que se enamoró de Julieta. Se hicieron muy amigos, y cuando él empezó a ir la escuela especial, ella lo acompañaba. Hasta ese momento, su vocación le indicaba que debía ser maestra especial por la felicidad que le provocaba colaborar. Pero en ese lugar había una kinesióloga que trabajaba con chicos con parálisis cerebral. “¡Esto es lo que yo quiero estudiar!, dijo y lo hizo. Se licenció en Kinesiología y Fisiatría en el IUGR y luego se formó en el Método de Castillo Morales con el propio Castillo Morales y en el Método Bobaht con Adriana Moschini.
Y esa vocación que descubrió con sólo 13 años sigue viva. Por la tarde atiende en sus domicilios a tres pacientes pediátricos con parálisis cerebral con quienes hace hincapié en la postura y trabaja a través de técnicas de Feldenkrais. Todas las sesiones comienzan con media hora de masajes, relax, cantos, cuentos o dibujos animados. Recién después se aborda la terapia específica de las funciones motoras, donde aplica Bobath y/o Castillo Morales, según los objetivos: sentarse, pararse o caminar. “Estoy convencida de que sólo podrá hacer eso si está alineado, si el paciente está con bloqueos respiratorios, se agita y se cansa no va a responder. No tiene sentido que aplique ninguna de las otras técnicas si antes no voy por la alineación de la postura”, insiste la especialista y profundiza: “con estos pacientes se genera un vínculo de mucho afecto. Es inevitable y no me interesa evitarlo tampoco. Voy a los cumpleaños, todo… Me pongo en el lugar de amiga, obvio que pongo límites también, pero estamos todo el tiempo tocando a los pacientes y encima, haciéndolos hacer cosas que no son las que su cuerpo está indicando, estamos corrigiendo la postura constantemente, coartándole la libertad. Cosa que a un adulto se le puede explicar pero con un niño cómo se hace…”

http://www.feldenkrais.org.ar/

** http://www.tecnicaalexander.es/

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